domingo, 2 de agosto de 2015

LA SILLA DE RUEDAS (UN CUENTO BIZARRO)


El negro Marcos estaba sentado al cordón de la vereda haciendo movimientos pélvicos
extraños, sucedía que le picaba el culo y pensó: "me están deseando" y se rió de su
propia ocurrencia.

En una mano sostenía un piojo de proporciones épicas mientras que con la otra se
escarbaba la nariz tratando de sacar un moco duro que lo hacía lagrimear, hacía dos
meses que no se bañaba.

Marcos, era un pichi como cualquier otro, vivía sin laburar, todo mugriento, emitiendo
todo tipo de olores y marginado por la sociedad.
Aparte de eso, nunca había de muchas luces, los seis años de la escuela primaria los
había hecho en diez.

En el barrio siempre lo cazaban de pinta, y al menos una vez por semana los otros
nenes del barrio se juntaban a pegarle una paliza. Así era marcos, un boludo de primera.

Eran casi las diez de la mañana, él ya había desayunado medio litro del vino más
berreta que se podía conseguir con un cacho de pizza que había sacado de un tarro de
basura. Como era primavera a esa hora el sol ya se hacía sentir y la mugre le picaba así que se
levantó y se puso en marcha cinchando el carrito reglamentario de todo “bichicome”,
en el que básicamente habían cartones y botellas de plástico, aunque de vez en cuando
también llevaba en el carro alguna cosa que se podía vender y entonces estaba
contento porque se podía comprar más vino y no tenía que juntar puchos del piso
porque se podía comprar cigarrillos.

El mes pasado se había hecho de una silla de ruedas, había sido de un viejo inválido
que además de medio ciego era gay, judío y comunista por lo que la gente del barrio no
lo quería mucho por tener todos esos defectos y nadie lo ayudaba.

Un día marcos estaba pidiendo monedas en una esquina y entonces apareció el viejito y
le dijo:

--- Nene, te doy veinte pesos si me dejás que te la mame.
--- ¡Si me das treinta te dejo culo pa´rriba viejito goloso!
--- ¡Buenísimo! Empújame hasta ahí atrás de aquel arbolito, no seas miedoso que no
     nos va a ver nadie.
--- Primero dame la plata.
--- Tomá

Y marcos cumplió su promesa, ni bien llegaron al arbolito miró en todas direcciones y
al comprobar que no había nadie mirando tomó carrera y le metió un boleo al pobre
viejo que lo tiró de la silla y lo dejó "culo pa´rriba" y salió corriendo a toda velocidad
con la silla de ruedas. Mientras pensaba en los 30 pesos que tenía en el bolsillo se
decía para sus adentros "hoy comemo, hoy comemo"

--- ¡Negro de mierda!
--- ¡Viejo puto!

Marcos se perdió en el parque Batlle y poco a poco los gritos de aquel viejo, judío, puto
y comunista se ahogaron y sus palabras se las llevó el viento.

Durante tres semanas se dedicó Marcos a pedir monedas en las puertas de las iglesias,
hasta que un día se dieron cuenta de que no era inválido y le dieron una paliza, lo
ataron en la silla de ruedas y luego lo tiraron por una bajada, dos cuadras más abajo
se hizo mierda contra una volqueta y del golpe perdió cuatro dientes.
Otro lingera que pasaba por ahí lo desató y luego de ver que todavía estaba vivo, le
metió una patada en la boca del estómago y acto seguido se fue corriendo con la silla
de ruedas.

Ahí se quedó Marcos; hecho mierda, todo dolorido y sin la silla de ruedas, fuente de
tantas riquezas.
Buscó en sus bolsillos y encontró un par de billetes. De la volqueta sacó una botella de
plástico mugrienta y cruzó al almacén que había enfrente. Compró dos litros de vino
tinto y tres cigarros sueltos, caminó hasta donde había dejado su carro y ahí se sentó a
tomar vino, al rato el alcohol le hizo efecto y se durmió.

Al otro día de mañana se despertó y se sentó al cordón de la vereda.
Hacía movimientos pélvicos extraños, sucedía que le picaba el culo y pensó
"me están deseando" y se rió de su propia ocurrencia.